Cuando se habla de grandes
selecciones que han dejado huella en el fútbol se menciona con rapidez al Equipo de Oro húngaro de los 50, el
Brasil del 70, la Naranja Mecánica o
el conjunto español que dominó Europa y el mundo hace escasos años. Sin embargo
poca gente habla de Uruguay, cuyo combinado nacional tuvo una etapa memorable
desde mediados de la década de los 20 hasta 1930.
En ese tiempo la Celeste se hizo con seis fabulosos
triunfos a lo largo del planeta futbolístico. Tres campeonatos sudamericanos,
dos oros olímpicos y el primer Mundial de la historia completan un palmarés
prodigioso en apenas siete años.
Todo comenzó con el torneo
sudamericano del año 1923. Por entonces ya se habían disputado seis campeonatos
continentales y los charrúas habían ganado tres, pero en los dos últimos
celebrados en Argentina y Brasil tuvieron que conformarse con el tercer puesto.
Aquel año el torneo se celebraba en casa y el objetivo era reconquistar el
trofeo de la mano del técnico Leonardo de Lucca.
Imagen de un choque entre uruguayos y argentinos en 1924 |
Para ello entraron en la
convocatoria hombres como Andrade, Cea, Mazali, Nasazzi, o Héctor Scarone
además de Romano o Somma que aportaban su experiencia en las victorias del año
16, 17 y 20. En formato de liguilla participaron Uruguay y las selecciones
brasileña, argentina y paraguaya. En los dos primeros envites ante brasileños y
guaraníes se hicieron con la victoria no sin apuros. Para la última jornada
restaba el choque contra la albiceleste que también estaba imbatida. En el Gran
Parque Central de Montevideo se dieron cita 22.000 personas que vieron como la Celeste alzaba la copa al doblegar al
cuadro dirigido por Ángel Vázquez con tantos de Petrone y Somma.
Un año más tarde el conjunto
uruguayo tenía dos grandes citas en su calendario, la primera acudir al torneo
de fútbol de los Juegos Olímpicos de Paris y la segunda defender el título del
Campeonato Sudamericano que de nuevo tenía como sede su país.
Vírgenes hasta la fecha en la
competición olímpica barrieron a todos sus rivales. Se mantenían en el equipo
hombres como Cea, Nasazzi, Scarone o Romano que esta vez tenían como entrenador
en el banquillo a Ernesto Figoli. Primero apabullaron a Yugoslavia, en segundo
lugar a Estados Unidos y en cuartos los anfitriones corrieron la misma suerte
al perder por 1-5. En semis los Países Bajos les sorprendieron en la primera
mitad pero hincaron la rodilla en el segundo acto, mientras que en la final la
Suiza de Max Abegglen o Dietrich no inquietó demasiado y cayó con claridad por
3-0.
La mítica vuelta olímpica en el estadio de Colombes |
Unos meses después retuvieron el
Sudamericano donde Argentina volvió a ser su gran adversario. En los dos
primeros duelos sobrepasaron a chilenos y paraguayos y en la última jornada el
título debía dilucidarse contra la albiceleste. El empate le valía a Uruguay
tras el tropiezo argentino contra Paraguay y eso supuso una gran ventaja. Los
hombres de Vázquez buscaron el gol pero el buen hacer de Mazali y los
defensores Nasazzi, Zibechi y Arispe permitió a la Celeste llevarse el campeonato.
En 1925 Uruguay no participó en
el torneo continental por primera vez al encontrarse sumido en varios
conflictos políticos internos pero en 1926 recuperaron la senda del triunfo en
Chile. En esa edición continuaban en el plantel los Andrade, Nasazzi y Mazali
aunque ya asomaban la cabeza futbolistas importantes del futuro como el Divino Manco Héctor Castro o Lorenzo
Fernández. Muy superiores al resto de participantes (Argentina, Chile, Paraguay
y Bolivia), consiguieron sumar todos sus encuentros por victoria con un total
de 17 tantos a favor y dos en contra. Sólo Argentina les puso en aprietos pero
con los goles de Borjas y Castro resolvieron el partido por la vía rápida.
Las dos únicas competiciones que
jugaron pero no conquistaron en aquella época fueron los Campeonatos Sudamericanos
de 1927 en Chile y 1929 en Argentina, en los que acabaron segundos y terceros
respectivamente. Sin embargo entre medias de los dos torneos y en 1930
confirmaron su hegemonía con la consecución de una segunda presea dorada en los
Juegos Olímpicos de Ámsterdam y el Mundial que se organizó en tierras charrúas.
Prolegomenos de la final de los JJOO de 1928 entre Uruguay y Argentina |
En la capital neerlandesa
aterrizaron con el técnico Primo Giannoti que acababa de suceder a Luis Grecco.
Con sus estrellas a pleno rendimiento eran los favoritos para el primer puesto
y así lo refrendaron. Los Países Bajos y Alemania fueron sus primeras victimas
antes de las dos grandes batallas, Italia en semifinales y su viejo enemigo
Argentina en la final. La ‘azzurra’ con Schiavio, Combi, Rosetta o Caligaris fue un
rival complicadísimo y apretó mucho a Uruguay. Al descanso el 3-1 parecía
definitivo pero un tanto de Levratto dio emoción hasta el último instante. Tres
días después la final concluyó en tablas y se tuvo que disputar un desempate.
En el estadio Olímpico de Ámsterdam más de 28.000 almas presenciaron el triunfo
celeste tras un bonito gol de Scarone, que deshacía el empate a uno con el que
se llegó al descanso.
Restaba completar el círculo con
el Mundial, una competición de reciente creación impulsada por la FIFA y su
presidente Jules Rimet. Para ello Uruguay contó con un nuevo patrón en el banco,
Alberto Suppici, que dispuso de la columna vertebral que venía jugando con
asiduidad y además con Pablo Dorado, Enrique Ballestrero o Santos Iriarte.
El sorteo emparejó a Uruguay en
el grupo 3 con Perú y Rumania, con los que enfrentó en el estadio Centenario de
la capital. Un triunfo por la mínima frente a la Blanquirroja y más holgado contra los europeos les otorgó el
liderato del grupo y con ello el pase a semifinales. En esa ronda su adversario
fue una sorprendente Yugoslavia que recibió un vendaval de seis goles con
triplete de Pedro Cea incluido. La final como no podía ser de otra forma fue
ante Argentina, el equipo con el que más veces luchó por los títulos la Celeste en aquel período dorado. En la
primera parte se jugó con un balón proporcionado por Argentina y la albiceleste
se marchó a la caseta por delante. Sin embargo en la segunda con el cuero
charrúa Uruguay impuso su gran categoría e impulsado por sus aficionados
remontó y logró la victoria por 4-2. El capitán Nasazzi recogió la copa Jules
Rimet y el propio zaguero, Héctor Scarone, Andrade y Urdinarán se convertían en
los únicos cuatro jugadores en estar en todos los éxitos desde 1923.
La 'Celeste' en 1930 |