lunes, 24 de abril de 2017

El glorioso ciclo charrúa de los años 20


Cuando se habla de grandes selecciones que han dejado huella en el fútbol se menciona con rapidez al Equipo de Oro húngaro de los 50, el Brasil del 70, la Naranja Mecánica o el conjunto español que dominó Europa y el mundo hace escasos años. Sin embargo poca gente habla de Uruguay, cuyo combinado nacional tuvo una etapa memorable desde mediados de la década de los 20 hasta 1930.

En ese tiempo la Celeste se hizo con seis fabulosos triunfos a lo largo del planeta futbolístico. Tres campeonatos sudamericanos, dos oros olímpicos y el primer Mundial de la historia completan un palmarés prodigioso en apenas siete años.

Todo comenzó con el torneo sudamericano del año 1923. Por entonces ya se habían disputado seis campeonatos continentales y los charrúas habían ganado tres, pero en los dos últimos celebrados en Argentina y Brasil tuvieron que conformarse con el tercer puesto. Aquel año el torneo se celebraba en casa y el objetivo era reconquistar el trofeo de la mano del técnico Leonardo de Lucca.

Imagen de un choque entre uruguayos y argentinos en 1924

Para ello entraron en la convocatoria hombres como Andrade, Cea, Mazali, Nasazzi, o Héctor Scarone además de Romano o Somma que aportaban su experiencia en las victorias del año 16, 17 y 20. En formato de liguilla participaron Uruguay y las selecciones brasileña, argentina y paraguaya. En los dos primeros envites ante brasileños y guaraníes se hicieron con la victoria no sin apuros. Para la última jornada restaba el choque contra la albiceleste que también estaba imbatida. En el Gran Parque Central de Montevideo se dieron cita 22.000 personas que vieron como la Celeste alzaba la copa al doblegar al cuadro dirigido por Ángel Vázquez con tantos de Petrone y Somma.

Un año más tarde el conjunto uruguayo tenía dos grandes citas en su calendario, la primera acudir al torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos de Paris y la segunda defender el título del Campeonato Sudamericano que de nuevo tenía como sede su país.

Vírgenes hasta la fecha en la competición olímpica barrieron a todos sus rivales. Se mantenían en el equipo hombres como Cea, Nasazzi, Scarone o Romano que esta vez tenían como entrenador en el banquillo a Ernesto Figoli. Primero apabullaron a Yugoslavia, en segundo lugar a Estados Unidos y en cuartos los anfitriones corrieron la misma suerte al perder por 1-5. En semis los Países Bajos les sorprendieron en la primera mitad pero hincaron la rodilla en el segundo acto, mientras que en la final la Suiza de Max Abegglen o Dietrich no inquietó demasiado y cayó con claridad por 3-0.

La mítica vuelta olímpica en el estadio de Colombes

Unos meses después retuvieron el Sudamericano donde Argentina volvió a ser su gran adversario. En los dos primeros duelos sobrepasaron a chilenos y paraguayos y en la última jornada el título debía dilucidarse contra la albiceleste. El empate le valía a Uruguay tras el tropiezo argentino contra Paraguay y eso supuso una gran ventaja. Los hombres de Vázquez buscaron el gol pero el buen hacer de Mazali y los defensores Nasazzi, Zibechi y Arispe permitió a la Celeste llevarse el campeonato.

En 1925 Uruguay no participó en el torneo continental por primera vez al encontrarse sumido en varios conflictos políticos internos pero en 1926 recuperaron la senda del triunfo en Chile. En esa edición continuaban en el plantel los Andrade, Nasazzi y Mazali aunque ya asomaban la cabeza futbolistas importantes del futuro como el Divino Manco Héctor Castro o Lorenzo Fernández. Muy superiores al resto de participantes (Argentina, Chile, Paraguay y Bolivia), consiguieron sumar todos sus encuentros por victoria con un total de 17 tantos a favor y dos en contra. Sólo Argentina les puso en aprietos pero con los goles de Borjas y Castro resolvieron el partido por la vía rápida.

Las dos únicas competiciones que jugaron pero no conquistaron en aquella época fueron los Campeonatos Sudamericanos de 1927 en Chile y 1929 en Argentina, en los que acabaron segundos y terceros respectivamente. Sin embargo entre medias de los dos torneos y en 1930 confirmaron su hegemonía con la consecución de una segunda presea dorada en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam y el Mundial que se organizó en tierras charrúas.

Prolegomenos de la final de los JJOO de 1928 entre Uruguay y Argentina

En la capital neerlandesa aterrizaron con el técnico Primo Giannoti que acababa de suceder a Luis Grecco. Con sus estrellas a pleno rendimiento eran los favoritos para el primer puesto y así lo refrendaron. Los Países Bajos y Alemania fueron sus primeras victimas antes de las dos grandes batallas, Italia en semifinales y su viejo enemigo Argentina en la final. La ‘azzurra’ con  Schiavio, Combi, Rosetta o Caligaris fue un rival complicadísimo y apretó mucho a Uruguay. Al descanso el 3-1 parecía definitivo pero un tanto de Levratto dio emoción hasta el último instante. Tres días después la final concluyó en tablas y se tuvo que disputar un desempate. En el estadio Olímpico de Ámsterdam más de 28.000 almas presenciaron el triunfo celeste tras un bonito gol de Scarone, que deshacía el empate a uno con el que se llegó al descanso.

Restaba completar el círculo con el Mundial, una competición de reciente creación impulsada por la FIFA y su presidente Jules Rimet. Para ello Uruguay contó con un nuevo patrón en el banco, Alberto Suppici, que dispuso de la columna vertebral que venía jugando con asiduidad y además con Pablo Dorado, Enrique Ballestrero o Santos Iriarte.

El sorteo emparejó a Uruguay en el grupo 3 con Perú y Rumania, con los que enfrentó en el estadio Centenario de la capital. Un triunfo por la mínima frente a la Blanquirroja y más holgado contra los europeos les otorgó el liderato del grupo y con ello el pase a semifinales. En esa ronda su adversario fue una sorprendente Yugoslavia que recibió un vendaval de seis goles con triplete de Pedro Cea incluido. La final como no podía ser de otra forma fue ante Argentina, el equipo con el que más veces luchó por los títulos la Celeste en aquel período dorado. En la primera parte se jugó con un balón proporcionado por Argentina y la albiceleste se marchó a la caseta por delante. Sin embargo en la segunda con el cuero charrúa Uruguay impuso su gran categoría e impulsado por sus aficionados remontó y logró la victoria por 4-2. El capitán Nasazzi recogió la copa Jules Rimet y el propio zaguero, Héctor Scarone, Andrade y Urdinarán se convertían en los únicos cuatro jugadores en estar en todos los éxitos desde 1923.

La 'Celeste' en 1930

martes, 18 de abril de 2017

La Copa Internacional de Europa Central



Esta competición comenzó a disputarse a finales de los años 20 y fue uno de los antecedentes de la actual Eurocopa junto a otros torneos como la Copa de los Balcanes, la Copa del Mediterráneo o el Campeonato Nórdico. También llamada Copa Švehla por Antonin Švehla, el primer ministro de Checoslovaquia que fue quien donó el trofeo o Copa Dr.Gerö, después de la II Guerra Mundial en honor a Josef Gerö, dirigente político, presidente de la Federación Austriaca de Fútbol y del Comité Olímpico Austriaco, era un torneo que abarcaba a cinco selecciones de Centroeuropa: Austria, Hungría, Italia, Suiza y Checoslovaquia (en la última edición también participó Yugoslavia).

El creador de la competición fue Hugo Meisl, hombre de gran influencia en el fútbol de la época y entrenador de la legendaria selección de Austria. El técnico tomó como ejemplo la Copa Mitropa, un torneo de enorme prestigio a nivel de clubes donde él también participó en su creación y lo llevó al ámbito de los combinados nacionales. 

 
El trofeo

La primera edición tuvo lugar en 1927 y se alargó hasta 1930 en un sistema de liguilla en el que jugaban todos contra todos a ida y vuelta. El primer campeón fue Italia que a lo largo de esos tres años tuvo tres seleccionadores en el banquillo: Augusto Rangone, Carlo Carcano y finalmente el célebre Vittorio Pozzo. Los transalpinos fomentaron su triunfo en el poderío goleador de Julio Libonatti y Gino Rossetti, ambos máximos goleadores de la competición con 6 dianas, y en la aparición de una fulgurante estrella de nombre Giuseppe Meazza. Certificaron la victoria del torneo en la última jornada en Budapest donde aplastaron a Hungría por 0-5 y triplete incluido de ‘Pepino’.

Un año después arrancó otra edición en la que el Wunderteam austriaco se dio a conocer al mundo del balompié. El conjunto dirigido por Meisl, que contaba con hombres como Sindelar, Rudi Hiden, Sesta, Zischek, Horvath o Schall desarrolló un fútbol total, de continua presión ofensiva, gran posesión del balón y rápidas combinaciones de pases. Y eso que empezaron mal al caer en Milán ante los campeones por 2-1. Sin embargo se rehicieron con rapidez y en casa se impusieron a Checoslovaquia, Italia con doblete de Sindelar y Suiza y fuera salieron vivos de Budapest y Praga con sendas igualadas. Sumaron un total de 11 puntos y aventajaron en dos a la Azzurra que no pudo revalidar el trofeo.

 
El 'Wunderteam' ganador de la Copa en la edición 1931-1932

En 1933 se dio el pistoletazo de salida de un nuevo torneo que coincidiría en el calendario con el Mundial de Italia de 1934. Precisamente los transalpinos demostraron en ambas competiciones que eran la mejor selección del planeta y tras levantar la Copa Jules Rimet ante Hungría, hicieron lo propio con el título de la Copa Internacional ya en noviembre de 1935. En esta competición tuvieron su bautismo Luis Monti, Enrique Guaita, Serantoni, Pizziolo o Attilio Demaría  que resultaron fundamentales en el futuro de la escuadra. El gran duelo lo protagonizaron italianos y austriacos con dos partidos de leyenda. En Turín y sólo cuatro meses antes del Mundial los centroeuropeos dieron un golpe en la mesa con una victoria por 2-4 con hat-trick de Zischek. Sin embargo los pupilos de Pozzo visitaron Viena en marzo de 1935 y con dos tantos del artillero Piola se tomaron la cumplida revancha, dando así un paso clave hacía el título.  

La cuarta edición con fecha de inicio en 1936 fue la única que no llegó a su conclusión debido al ‘Anschluss’, la incorporación de Austria a la Alemania nazi del III Reich en 1938. Hasta entonces se habían disputado 17 partidos y el liderato lo ostentaba Hungría con tres partidos más que Italia. Poco tiempo más tarde el estallido de la II Guerra Mundial aplazó la competición hasta finalizado el conflicto bélico y el torneo no se reanudó hasta 1948.

 
Hugo Meisl

Fue en esa fecha cuando la competición se reinició con el nombre de Copa Dr.Gerö. Entró en escena además otro equipo histórico, los Magiares Mágicos de Hungría. Liderados por Puskás, con algunos veteranos como Szusza, Egresi o Sándor Balogh y figuras en ciernes como Bozsik, Kocsis o Czibor se llevaron la competición por primera vez. Consiguieron victorias aplastantes ante Suiza, Austria o Italia en Roma pero también cayeron frente a los checoslovacos en Praga en su momento más débil en el torneo. Puskás se erigió como mejor goleador con 10 goles y los magiares culminaron un año 1953 espectacular tras vencer a Inglaterra en Wembley el 25 de noviembre.

La Copa Internacional de Europa Central se celebró por última ocasión entre 1955 y 1960, instante en que fue interrumpida de forma definitiva al nacer la Eurocopa. Yugoslavia acudió junto a suizos, italianos, austriacos, checoslovacos y húngaros a una cita en la que un nuevo país inscribió su nombre en el palmarés del torneo, Checoslovaquia. La Národní tým contaba con una generación de brillantes jugadores como Masopust, Novak, Pluskal, Scherer o Popluhar que en 1960 alcanzaron el tercer puesto en la recién creada Eurocopa y que dos años más tarde únicamente fue superada por Brasil en la Copa del Mundo de Chile. De los diez partidos que jugaron sólo perdieron ante Hungría en una competición que no conoció al ganador hasta los últimos encuentros. Los checoslovacos derrotaron a los italianos en Praga pero necesitaban un favor suyo tres semanas más tarde contra Hungría. Y la Azzurra cumplió. Firmaron tablas con los magiares en Florencia y por un punto de diferencia Checoslovaquia alzó el trofeo.

El equipo checoslovaco en 1958