El Real Madrid tiene 113 años de existencia, de los cuales más de 35 estuvo presidido por
Santiago Bernabéu, hombre clave en la trayectoria del club en todos los
sentidos. Para la historia el mandatario también dejó las “santiaguinas”, una
serie de fuertes reprimendas o charlas motivadoras dirigidas a los inquilinos
del vestuario blanco.
Todo comenzó un 14 de noviembre
de 1956 a
las 20:15 horas de la tarde. En el Prater de Viena se estaba disputando la
primera ronda de la imberbe Copa de Europa. En la ida los merengues dirigidos
por José Villalonga habían doblegado
a los austriacos del Rapid por 4-2, con sendos dobletes de Marsal y Di Stéfano.
Juanito Alonso despeja un balón frente al Rapid |
En el descanso de la vuelta los
centroeuropeos estaban pasando por encima de los vigentes campeones. Vencían
por 3-0 y el equipo blanco no podía contener la avalancha de juego local. Los
pupilos de Max Merkel entre los que
figuraban Ernst Happel, un zaguero muy inteligente y de enorme calidad con el
balón, los hermanos Körner, Robert y Alfred, el avispado y eficaz delantero
Robert Dienst o el mítico capitán y versátil
Gerhard Hanappi, se encontraban a 45
minutos de lograr una gesta impresionante.
El Real Madrid necesitaba una reacción inmediata y el
presidente Bernabéu tomó cartas en el asunto. La situación era muy delicada
puesto que Oliva había sido
trasladado al hospital debido a una herida abierta en su tibia y el arquero Juanito Alonso tenía la mano derecha
rota. Por tanto los blancos jugarían con 10 hombres y el portero en un estado
precario. El mandatario bajó a la caseta
desde el palco y abrió la puerta de forma enérgica.
Al mismo tiempo que se quitaba el
sombrero comenzó a elevar la voz ante la resignación de los jugadores. Les espetó que sentía vergüenza por lo que
estaba viendo sobre el césped y que pensasen en toda esa afición blanca que
se había trasladado a Viena para ver a su equipo y a sus ídolos. En un momento
dado el capitán Zárraga le
interrumpió para aclararle que hacían todo lo que podían pero rápidamente
Bernabéu le mandó callar. A continuación les
exigió hombría y se marchó dando un portazo que retumbó en toda la zona de
vestuarios.
Portada de MARCA tras el partido en Viena |
Los siguientes minutos
futbolistas y técnico hablan y cambian la forma de jugar y la colocación de
algunos jugadores. Di Stéfano se echa el
equipo a la espalda y recorta distancias con una excepcional chilena en el
minuto 60. El Rapid ya no es el vendaval del primer acto y aunque está cerca de
lograr el cuarto en varias ocasiones el choque concluye 3-1. En esa época no
existía aún el valor doble de los goles en campo contrario y se ha de celebrar
un desempate.
Finalizado el partido Santiago Bernabéu vuelve a bajar al
vestuario y se muestra orgulloso de sus hombres, a los que comenta que retira
lo dicho en el intermedio. Un mes más tarde se vuelven a ver las caras en
Madrid y los merengues pasan de ronda tras ganar por 2-0. En las siguientes eliminatorias se deshacen del
Niza y el Manchester United de los ‘Busby Babes’ (con otra visita de Bernabéu
en el descanso de Old Trafford donde elogia la testiculina de Lesmes II), y en la final frente a la Fiorentina revalidan el título continental.
Alfredo Di Stéfano comentó años
atrás que la única “santiaguina” que
vivió en su etapa merengue fue aquella en la capital austriaca, aunque la
leyenda cuenta que hubo alguna más de tronío en ese periodo esplendoroso del
Real Madrid en la década de los 50 y los 60.
Posteriormente salieron a la luz otras “santiaguinas” de carácter
motivador y alentador en choques
importantes de la temporada. Una de ellas tuvo lugar en la Recopa y la otra en
la Copa de Europa, cuando el presidente blanco entró a la caseta antes del
encuentro para arengar a sus muchachos. La primera fue en 1971 en Eindhoven,
donde el Real Madrid logró un empate clave ante el PSV en la ida de semifinales
y la segunda se produjo en 1976, en la vuelta de las semis de la Copa de Europa
contra el Borussia Mönchengladbach al que apearon tras igualar a uno en el
coliseo madridista.
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