El periodo estival es el momento
álgido del año en que los clubes realizan fichajes de cara a la nueva temporada
que va a comenzar. El Real Madrid siempre es un animador del mercado por el
gran número de nombres con el que le relacionan y por la enorme cantidad de
dinero que suelen desembolsar en los traspasos. Hace más de medio siglo, en
1959, siendo tetracampeón europeo, incorporó a Waldir Pereira “Didí”, una de
las estrellas del pasado Mundial de Suecia 1958 y campeón con Brasil. Sin
embargo su paso por el club blanco fue una auténtica decepción en todos los
sentidos.
El brasileño era un medio de gran
habilidad, visión de juego, calidad y eficacia en el pase y excelente disparo.
Sin embargo siempre se le acusó de ser un jugador lento, indolente y muy
irregular. Además fue el inventor de la folha
seca, un chut envenenado en el que la pelota tras tomar una trayectoria
ascendente cae de forma vertiginosa describiendo una parábola. El hallazgo fue
casual ya que Didí al estar lesionado del tobillo no podía golpear con
normalidad el esférico. Entonces decidió probar pegándole con la punta y cortando
el balón por el centro ya que de esta forma el pie no le dolía, fortaleciendo
desde ese momento los tres dedos del empeine.
Su traspaso se cerró en 80.000 dólares
a mediados de Julio de 1959 y el presidente de Botafogo, el señor Azeredo, informó
además de que Didí que por entonces tenía 30 años cobraría en la institución merengue
4.500.000 cruceiros por tres temporadas.
Real Madrid 1959-1960 |
Didí vistió por primera vez la
zamarra blanca en un amistoso ante el Fortuna ‘54 Geleen neerlandés y debutó en
partido oficial en el encuentro de la 1ª jornada de Liga ante el Betis. Su
participación fue de más a menos y tras el cese de Fleitas Solich (su gran valedor)
como técnico, únicamente participó en un encuentro con Miguel Muñoz en el
banquillo. En la Copa del Generalísimo no podía actuar al ser extranjero y en
la Copa de Europa, en una edición que conquistaría el Real Madrid por quinta
vez consecutiva no saltó al campo ni un solo minuto. En total disputó 19
partidos de Liga y 12 amistosos. Pocos momentos brillantes dejó para el
recuerdo, aunque si hay que destacar algunas actuaciones suyas estas se
produjeron en el choque contra el AC Milan en el Trofeo Ramón de Carranza y en
los duelos de la competición doméstica ante Sevilla, F.C. Barcelona y Real
Sociedad. Frente a los milaneses, en uno de sus primeros partidos como
madridista marcó un hat-trick que resultó clave para vencer a los pupilos de Luigi
Bonizzoni en semifinales por 6-3. Mientras que en el torneo de la regularidad
contra el Sevilla desatascó el encuentro con un gol parabólico que se coló en
la portería de Manolín, ante los culés hizo una segunda mitad primorosa siendo
el director de orquesta blanco en el triunfo por 2-0 y en Atocha jugó un buen
partido pese al césped embarrado y marcó otro bonito gol con curva desde la
larga distancia. Su último partido en el club madridista fue en el Trofeo
Benito Villamarín ante el Borussia Dortmund el 29 de Mayo de 1960.
La falta de adaptación a la vida
y el fútbol español fue una de las razones principales de su sonado fracaso.
Sus compañeros siempre le escucharon decir que tenía frío y la saudade brasileña hizo aparición con rapidez.
Además su estilo de juego sacaba de quicio a Alfredo Di Stéfano, que observaba
en cada partido que no trabajaba lo suficiente y no se sacrificaba por el
equipo. Didí que tenía un ego enorme no entendió que el líder del cuadro
merengue era el porteño y nunca llegaron a congeniar. Por último fue la mujer
del carioca, Guiomar quien colmó la paciencia de los jugadores y la directiva
del club madrileño. Escribía con asiduidad para una agencia brasileña y en una
de sus publicaciones acusó a los futbolistas de que pagaban a la prensa hispana
para que hablasen bien de ellos. También llegó a insinuar que Di Stéfano tenía
celos de su marido y que en el terreno de juego no le pasaba el balón por
racismo. Estos artículos llegaron a los oídos de Santiago Bernabéu que le firmó
un finiquito de 53.000 dólares y contrató en su lugar a Luis del Sol procedente
del Real Betis.
El carioca regresó a Botafogo y allí
obtuvo dos Campeonatos Estatales de Río de Janeiro en 1961 y 1962, y de nuevo
alzó la Copa Jules Rimet con su país en el Mundial celebrado en Chile.
Posteriormente ejerció como técnico, siendo sus mayores logros el llevar a la
Selección peruana a la Copa del Mundo de México 1970 y conquistar con el
Fenerbahce dos Ligas y una Copa.
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